jueves, 13 de marzo de 2008

Bahía de Cochinos en la Franja de Gaza


La hipocresía del lenguaje democrático de los imperios es conocido por todos los lectores más o menos avezados. La lucha por la democracia mundial, el Eje del Bien, es un slogan de márketing ad usum delphini: donde convienen a nuestros intereses estratégicos lo decimos de verdad y donde no es una cáscara retórica que oculta siempre lo peor. Podemos torturar e incluso sostener dictaduras "democráticas" corruptas hasta la médula persiguiendo abstractos fines libertarios. No será la última vez que un ex alto cargo de la Administración de Bush, de probada fe neocon, denuncia a un medio de comunicación norteamericano que sus jefes se embarcaron en "una guerra sucia para dar la victoria a una dictadura corrupta" de Oriente Próximo. Podrá ser la famosa culpa, el cargo de conciencia o una pequeña venganza personal. El caso es que la denuncia estalló y el personaje en cuestión es David Wurmser, hasta julio de 2007 asesor de Cheney, y la "dictadura corrupta" es nada más ni nada menos que la Autoridad Palestina. Después de no haber digerido la victoria limpia en elecciones democráticas de Hamas en Gaza, la Casa Blanca de Bush comenzó la lenta cocción de una gigantesca y complicada operación que recuerda los grandesa escándalos (y fracasos) de la CIA. Una operación encubierta, mitad al estilo "Irán-contras", mitad "Bahía de Cochinos", que se proponía con medios ilegales, violentos y terroristas desalojar a Hamas del poder legítimo. La revista Vanity Fair ha publicado un largo reportaje – con el significativo título de "The Gaza Bombshell"– en el que detalla con documentos confidenciales de primera mano y fuentes de la Administración el fracaso de los intentos de EEUU por eliminar a Hamás de la ecuación palestina con la colaboración estrecha de dirigentes del corrupto Gobierno de Mahmud Abás. El periodista David Rose revela cómo el Presidente Bush, Condoleezza Rice, y el viceministro de Seguridad Nacional Elliott Abrams, planearon la creación de un cuerpo paramilitar clandestino (entrenado y pertrechado con armas de nueva tecnología, más la parafernalia logísitica estadounidense-israelí), al mando del hombre fuerte del Fatah, Muhammad Dahlan. El objetivo era desatar una sangrienta guerra civil en Gaza, para debilitar al gobierno de Hamás, deslegitimar su posición ante el pueblo palestino y lograr una intervención mediadora internacional. Más o menos con la misma lógica con que Kennedy lo intentó sin éxito en Cuba; más o menos con la misma lógica con la que Reagan lo intentó con éxito contra la Nicaragua sandinista. Todo comenzó, relata Rose, con un capricho democrático abstracto de Bush: por primera vez elecciones libres y limpias en Palestina. No escuchó lo que le decían palestinos de Fatah e israelíes: ¿está loco? ¿dejar que esta gente vote libremente? Igual se preparó todo adecuadamente: una ley electoral que favorecía arbitrariamente a Fatah, trabas burocráticas a Hamás y todas las trampas legales de las democracias occidentales avanzadas. De nada sirvió: con poco más del 44% de los votos, los islamistas obtuvieron una mayoría absoluta arrolladora. Gaza pasó a ser controlada por Hamás, que comenzó a presionar a Israel como nunca lo había hecho el gobierno de Abbas. ¿A quién mierda se le ocurrió esto?, bramaron en el Pentágono. Ya era tarde. Bush reconoció su error a medias: “I don’t know whether you can solve it in a year or not.” Las elecciones ya no importaban un comino: Rice presionó a Abbas para que disolviera el Gobierno dirigido por Hamás y declarara el estado de excepción con alguna excusa orwelliana. Abbas se postró a los pies de EE.UU. pero poco podía hacer. Allí entro el plan de desestabilización de Gaza. Apareció el siniestro personaje de Dahlan (que había sido jefe de policía en al misma Gaza con antecedentes de maltrato y tortura) y el teniente general Keith Dayton prometió a Dahlan 86 millones de dólares para formar una fuerza paramilitar eficiente. El dinero nunca llegó por culpa de las reticencias del Congreso, o sea: por culpa de los controles democráticos. Como en los tiempos del escándalo del "Iran-Contra" –pero aparentemente sin cometer ningún delito– Rice tuvo que dar un rodeo y convencer a varios gobiernos árabes de que adelantaran los fondos y entrenaran a las fuerzas policiales de Fatah. Dahlan no se quedó quieto: lanzó una guerra sucia contra los islamistas en una cadena de asesinatos y represalias que perseguía convertir Gaza en un lugar ingobernable, al mejor estilo "Contras" en Nicaragua. El Departamento de Estado elaboró un plan alternativo, con el poco imaginativo nombre de Plan B, para dar a Abás 15.000 hombres armados con los que definitivamente acabar con el control de Gaza por Hamás. El plan se denominaba en la jerga interna de la seguridad americana como “Iran-contra 2.0”. Todo se derrumbó cuando un humilde diario jordano publico la noticia en primicia. Los dirigentes de Hamás no contaban ya con simples sospechas. No es extraño que prefirieran adelantarse a los acontecimientos y expulsar de Gaza a los verdugos en 2007. Los miembros de Hamás se llevaron durante el putsch contra Fatah carpetas y documentos de uno de los despachos de la Seguridad Preventiva, el principal cuerpo policial en Gaza que dirigía Mohamed Dahlan. Buscaban lo que Hamás dice haber encontrado ya: las pruebas de la estrecha relación de Dahlan y Fatah con la CIA y los servicios de seguridad israelíes. Encontraron el plan "Iran-contra 2.00". Dahlan gastaba fama de ser el hombre de la CIA en Gaza por sus excelentes relaciones con los norteamericanos. Por eso, no resulta extraño que de la casa de Dahlan ya no quede más que las paredes. Sin "Bahía de Cochinos", sin "Contras" en Gaza sólo quedaba una solución: Israel declaró el más inhumanitario bloqueo que se conozca en tiempos de paz.

Link de la noticia original: "The Gaza Bombshell"

Link con audio del periodista David Rose: "To hear David Rose"

Link con las pruebas documentales: "The Proof in the Paper Trial"

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